El Banco BHD León promovió acciones de género para el bienestar social durante el 2020

La entidad financiera, miembro de la Red en República Dominicana, implementó a favor de la mujer programas virtuales de capacitación y asesoría sobre negocios, emprendimiento, servicio y educación financiera; realizó donaciones a instituciones del Estado para velar por su seguridad durante el confinamiento de 2020 y lanzó campañas enfocadas en su bienestar físico y emocional durante el estado de emergencia.

Se eligió nueva Junta Directiva de RedEAmérica

El pasado 17 de marzo en la Asamblea General de miembros organizada de manera virtual se eligieron a 20 representantes y suplentes de 10 países de América Latina para conformar la nueva Junta Directiva y asumir los nuevos retos y oportunidades para los próximos 2 años.

UNACEM capacita en prevención de Covid a emprendedores de la comunidad

La pandemia de la COVID-19, tanto en el mundo como en Perú, ha tenido un impacto económico muy alto. Se estima que el producto Bruto Interno (PBI) peruano ha caído en 10%, sin embargo, hay economistas que calculan la caída entre 15 - 20%. Esta reducción se puede visualizar en la caída de demanda interna de los vínculos comerciales y de producción, la reducción del turismo, entre otros.

Fundación ADO invierte en el desarrollo de las mujeres en México

Desde hace 15 años Fundación ADO, miembro de RedEAmérica en México, tiene un gran compromiso con el desarrollo de las mujeres, es testigo de su fuerza y del potencial que tienen para transformarse a sí mismas, a sus familias y a sus comunidades.

RedEAmérica agradece los aportes de Jorge Villalobos Grzybowicz

El Presidente Ejecutivo del Cemefi anunció su retiro tras 31 años de liderar una institución emblemática del sector filantrópico en México y América Latina. RedEAmérica agradece su aporte en la creación y fortalecimiento de la Red a lo largo de 19 años.

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Covid-19 y sostenibilidad
Andrés Chaur
/ Categories: Noticias, 2020

Covid-19 y sostenibilidad

* Artículo de opinión del Dr. José Mármol, Vicepresidente Ejecutivo de RRPP y Comunicaciones del Grupo Popular en República Dominicana

Para nadie es un secreto que una vez superada esta pandemia del nuevo coronavirus SARS-CoV-2, en adición a la estela de miles de fallecidos y de millones de infectados en el mundo, tendremos también que padecer las consecuencias sociales directas de la catástrofe económica global que también tendrá el sello de la enfermedad y que se presume peor que los colapsos de 1929-1930 y de 2008.

Se trata de un desafío imprevisto para los Estados, más allá de la corriente política, económica o ideológica que los sustente.

Un primer impacto severo a escala planetaria de la pandemia sobre la economía lo sufrió el precio del petróleo, que ha afectado los mercados y ha mermado, cuando no postergado, su dinamismo, junto a otros factores causales como la caída del consumo y de las bolsas de valores, la merma o inactividad de la producción en muchas empresas, con la consecuente pérdida de empleos y la incertidumbre sembrada en millones de familias en el planeta.

La caída negativa del crecimiento económico en este año 2020 ya ha sido pronosticada por organismos especializados como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), con excepción de pocos países, entre ellos el nuestro, que tendrían probabilidad de cero crecimiento, en vez de números rojos.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), al dimensionar el descenso de la economía en la región, sugiere prever la oportunidad de establecer la magnitud del esfuerzo para un retorno a la normalidad, es decir, a una nueva normalidad, que no significará en modo alguno una vuelta a las condiciones existentes antes de la pandemia. 

Este principio deja claramente planteado que la situación exige de cambios estructurales en la organización de la producción y el consumo, con impacto en lo laboral y el bienestar social.

En la economía dominicana, el golpe asestado a dos fuentes de ingresos como son las remesas y el turismo, último que afecta toda una cadena de valor vinculada a la producción agrícola, las finanzas, el transporte, así como pequeños y medianos comercios de bienes culturales y artesanales, además de los empleos directos e indirectos generados, constituye un grave reto para el Estado, el empresariado y la sociedad, que solo puede ser superado si el vínculo entre los sectores público y privado se muestra cada vez más fuerte y compacto, y si ambos son conscientes del sacrificio que la crítica coyuntura impone para la continuidad de la institucionalidad jurídico-política democrática y de la libre actividad empresarial en el país.

La sostenibilidad, que en pocas palabras procura el desarrollo con énfasis en el equilibrio entre los componentes económico, social y medioambiental, cuyos principios básicos han calado hondo en la mentalidad empresarial y en las instituciones públicas del mundo globalizado, aunque con vergonzosas excepciones, ahora es más necesaria que nunca para la construcción de la nueva normalidad pospandémica.

No cabe duda de que la primera responsabilidad de una empresa es generar utilidades, en base a un modelo ético y responsable de negocios.

Pero, la empresa no podría crear beneficios si la sociedad y las instituciones colapsan.

Una lección que puede legar a la humanidad la pandemia de la Covid-19 es comprender que la recuperación y el crecimiento económico deben darse en un entorno sostenible, que armonice los intereses público, privado y no lucrativo en alianzas robustas, y donde la actividad económica no atente contra el medioambiente y el bienestar social.

Antes que postergar la sostenibilidad y su ecosistema de impactos, por causa de la crisis sanitaria, ha llegado la hora de apostar a ella sin remedos.

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