En América Latina, las dinámicas de crecimiento desigual, exclusión territorial y abandono institucional han configurado ciudades profundamente fragmentadas, donde la precariedad del entorno físico no solo refleja, sino que también reproduce brechas sociales estructurales. Como señala Paquette Vassalli (2020), los procesos de renovación urbana deben ser entendidos más allá de la dimensión física: se trata de intervenciones complejas sobre tramas sociales, políticas y simbólicas que históricamente han sido marginadas del proyecto urbano dominante. Desde esta perspectiva, renovar el espacio no equivale automáticamente a transformar una comunidad, y los proyectos que omiten este componente corren el riesgo de profundizar las desigualdades existentes.
La renovación urbana ha sido promovida como una estrategia para revertir la degradación de barrios históricamente excluidos, con potencial para mejorar tanto la infraestructura como la calidad de vida. Sin embargo, múltiples experiencias han demostrado que sin un abordaje integral que incluya la participación comunitaria, el reconocimiento de las memorias barriales y la construcción colectiva de identidad, estas intervenciones tienden a favorecer procesos de valorización inmobiliaria y desplazamiento de poblaciones vulnerables (Contreras, 2019).
En este contexto, el sector privado ha comenzado a desempeñar un papel más activo en los procesos de renovación urbana, particularmente a través de esquemas de inversión social privada (ISP). A diferencia del modelo filantrópico tradicional, la ISP transformadora implica una lógica de corresponsabilidad territorial, orientada al fortalecimiento de capacidades comunitarias, la articulación intersectorial y la generación de impactos sostenibles (Suárez, M. et al, 2021). Esta modalidad ha abierto nuevas posibilidades de colaboración entre empresas, fundaciones, Estado y ciudadanía, dando lugar a intervenciones que, en algunos casos, han logrado incidir positivamente en la cohesión social y el sentido de pertenencia. En otros, sin embargo, la participación empresarial ha sido meramente simbólica o guiada por objetivos reputacionales, sin un compromiso genuino con las comunidades involucradas.
Este documento analiza tres experiencias significativas de renovación urbana enAmérica Latina que han contado con distintos grados de participación del sector privado: el proyecto Porto Maravilha en Río de Janeiro (Brasil), la Fundación Placemaking México y el Bronx Distrito Creativo en Bogotá (Colombia). Estos casos fueron seleccionados por su diversidad en escala, modelo de intervención y forma de articulación intersectorial. Mientras Porto Maravilha representa una operación de gran escala con protagonismo del capital financiero e inmobiliario, Placemaking México desarrolla intervenciones barriales a partir de procesos de co-creación territorial, y el Bronx Distrito Creativo combina una estrategia cultural de revitalización con formas de gobernanza pública-comunitaria.
A través del análisis comparado de estos tres modelos, el estudio busca identificar buenas prácticas, tensiones y aprendizajes sobre el papel de la inversión social privada en procesos de renovación urbana con enfoque comunitario. Se parte de la hipótesis de que la ISP puede contribuir significativamente al fortalecimiento del tejido social, siempre que esté orientada por principios de equidad territorial, participación vinculante y sostenibilidad institucional. Al sistematizar estas experiencias, se espera aportar elementos para el diseño de marcos normativos y éticos que orienten una participación privada más democrática y transformadora en la producción de la ciudad.
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